sábado, 26 de noviembre de 2016

De 4x4 y presos



El último día completo en Tierra del Fuego lo dedicaríamos a una impresionante excursión 4x4 por los lagos Escondido y Fagnano y por la tarde recorreríamos el Museo del Presidio.

Nos pasaron a buscar antes delas 9 de la mañana con una 4x4 de la agencia Canal Fun, nos tocaron los tres asientos de atrás. Al principio medio que no nos gustó la ubicación, porque creímos que no íbamos a disfrutar la adrenalina del 4x4 sentados tan atrás, pero nada que ver, se ve perfecto, las ventanas eran más grandes que las de adelante, los asientos mucho más cómodos y además tenía una ventanita chiquitita en el costado por donde pude sacar la cámara y filmar unos videos alucinantes.
Hicimos varios kilómetros por el asfalto de la Ruta 3 hacia el norte, pasamos debajo de las pistas de Cerro Castor y nos internamos por un camino de piedras empinado disfrutando de los primeros kilómetros off road.
Nos dejaron para que hiciéramos algunos metros caminando y luego seguimos hacia el lago Escondido.



Ya en el lago Fagnano comenzó la verdadera travesía 4x4, tomando una huella (nunca mejor dicho, tenía a veces casi un metro de profundidad, con barro, piedras o ambas cosas a la vez) que por momentos se internaba hasta bastante dentro del lago mismo, lo que se divirtió Francisco es indescriptible.


Finalmente llegamos hasta el refugio, al cual accedimos caminando unos metros por la costa, donde almorzamos unos choripanes (que los franceses declinaron amablemente) y un bife de chorizo memorable, acompañado, como corresponde de un Postales, de finca, ¿qué finca? Finca Fin del Mundo, ¡como corresponde!
A la vuelta nos encontramos con un Daewo abandonado en plena huella (vaya uno a saber qué tenía en la cabeza el dueño cuando se metió en ese camino con un coche que no aguanta ni los baches de Tokio) y Franco, Chuky y Claudio (los tres guías 4x4) debieron sacar con una maniobra de rescate totalmente fuera de programa.





Volvimos medio amodorrados y polvorozos, por lo que al llegar al departamento nos pegamos una ducha, tomamos un mate cocido y salimos hacia el Museo del Presidio, ya que a las 18:30 comenzaba la visita guiada.









Al salir ya el bife de chorizo era un entrañable recuerdo, por lo que hicimos de tripa corazón y buscamos un lugar para probar la famosa Centolla (no es que nunca la hubiéramos comido viviendo en la Patagonia, pero así, en de cuerpo entero, jamás)
Hay muchísimos lugares que ofrecen este menú en Ushuaia, habíamos leído mil quinientas opiniones, finalmente nos decantamos por "El Viejo Marino",  porque según decían no recargaba el precio de la comida con decoraciones innecesarias ni lujos asiáticos.
Bueno, es verdad que no recargan los precios con accesorios, es el más barato de la zona (aunque 800 pesos la centolla parezca caro, sigue siendo el más barato), pero a costa de un ambiente como dicen los españoles, sumamente cutre, y una atención que deja mucho, pero mucho que desear, sin contar que nos tocó la mesa (era la única que quedaba) justo al lado de la pecera con las centollas, así que cuanto turista que elegía este plato, era cantado que se paraba al lado nuestro para elegirla, sin contar con el que se agachó para verlas mejor y directamente nos puso el traste en la mesa.
Lo peor es que a mí (a Caro no) no me terminó de gustar así hervida, la prefiero mil veces a la plancha.
O sea, si van a ir a Ushuaia, y van a querer comer centolla, ya en tren de saber que se van a gastar un platal, yo les recomiendo gastarse un poquito más y evitar las incomodidades, que al otro día fuimos a comer a la Cantina Fueguina y la pasamos mil veces mejor.








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